El «síndrome de Fortunata» es un término utilizado para describir una condición emocional en la que una persona se siente atraída de manera constante por individuos que ya están comprometidos en una relación, ya sea en un matrimonio o en una pareja estable.
Esta atracción, en muchos casos, va acompañada de una idealización de la figura de la persona comprometida, percibiéndola como inalcanzable o «prohibida», lo que genera una sensación de deseo aún más intenso.
El síndrome toma su nombre de la protagonista de la famosa novela Fortunata y Jacinta, escrita por Benito Pérez Galdós, en la que Fortunata se enamora de un hombre casado, y mantiene una relación con él a pesar de los obstáculos que ello implica.
En el contexto actual, se puede observar que este patrón no se limita exclusivamente a mujeres, aunque se asocia más comúnmente con ellas, sino que también afecta a hombres que sienten una atracción por personas ya involucradas en una relación.
El comportamiento puede variar en intensidad, pero lo que caracteriza a quienes padecen este síndrome es una constante necesidad de involucrarse emocionalmente con personas que, por su situación sentimental, no pueden ofrecer una relación completamente plena y libre de compromisos.
Este fenómeno puede estar vinculado con varios factores psicológicos y emocionales, como la resolución inconsciente de conflictos no resueltos de la infancia, como el complejo de Edipo.
En estos casos, el deseo de «desear lo prohibido» o lo que no se puede tener se proyecta hacia relaciones adultas, creando una fascinación por lo inalcanzable. Las personas que experimentan este tipo de atracción pueden sentirse atrapadas en un ciclo de anhelo y frustración, donde la idealización de la pareja comprometida y la evasión de la realidad son claves para mantener el vínculo emocional.
Uno de los efectos más comunes de este síndrome es el daño a la autoestima de la persona afectada.
Como el deseo de estar con alguien que ya tiene pareja suele ser no correspondido de manera plena, el sujeto puede experimentar sentimientos de ansiedad, inseguridad y frustración. Esta situación también puede generar problemas de autoaceptación, ya que se tiende a basar el valor personal en una relación que no se puede concretar de manera saludable.
Además, el miedo al rechazo y la sensación de ser «la otra persona» pueden contribuir a una percepción negativa de uno mismo.
A pesar de que el síndrome de Fortunata no está clasificado como un trastorno mental, sí puede tener un impacto significativo en la salud emocional de quienes lo padecen.
Las personas que experimentan este tipo de atracción pueden beneficiarse de terapia psicológica para explorar las raíces de su comportamiento y aprender a desarrollar relaciones más equilibradas y saludables.
La terapia puede ayudar a comprender mejor las dinámicas emocionales que están en juego, mejorar la autoestima y la seguridad personal, y fomentar relaciones más auténticas basadas en el respeto mutuo y la reciprocidad.