Según la psicología, callarse para evitar un conflicto no hace que desaparezca; al contrario, puede generar resentimiento acumulado, que a largo plazo conduce a distanciamiento emocional y, en ocasiones, a reacciones desproporcionadas por pequeñas cosas.
Esta conducta suele nacer del miedo a “causar problemas”, pero en realidad produce justamente los conflictos que se buscaba evitar. La clave, afirma, está en la comunicación asertiva: expresar las propias molestias de forma clara y respetuosa fortalece los vínculos y previene malentendidos.
Dos tipos de evitadores
Los psicólogos diferencian entre evitación por defensa personal (para evitar drama o trauma) y evitación por egoísmo (para no asumir errores propios en la pareja).
El primer tipo busca autopreservación emocional.
El segundo pretende eludir responsabilidad, lo que puede causar daño al otro sin asumir consecuencias .
Hallazgos de otros medios y expertos
* Experiencias de infancia dolorosas
Se origina en hogares donde las discusiones traían reproches o castigos; hablar significaba peligro y es un condicionamiento que persiste en la adultez.
*Características de personalidad
Los rasgos de neuroticismo o alta amabilidad están asociados a quienes evitan el conflicto .
*Baja autoestima y autovaloración
Callar por miedo a molestar o decepcionar a otros genera falta de respeto hacia uno mismo y erosiona la autenticidadC
*Trauma y desconexión emocional
Personas que no defienden su dolor a menudo internalizan culpa y experimentan bloqueos emocionales.
*Silencio estratégico vs. silenciamiento
El silencio puede ser una herramienta positiva si se usa conscientemente, permite reflexionar o enfriar emociones; sin embargo, si se convierte en un patrón permanente, pasa de ser prudente a represivo .
Callarse de forma sistemática para evitar conflictos puede parecer un recurso pacífico, pero suele ser una trampa emocional: genera resentimiento, estrés y desconexión interior o con otros. En cambio, el silencio consciente y temporal.