Muchas personas se maquillan para sentirse más seguras, proyectar confianza y reforzar su autoestima. Según psicólogas usar maquillaje a diario puede funcionar como una «herramienta de seguridad interna».
Varios estudios muestran una relación positiva entre maquillaje y autoestima, sobre todo cuando aporta una mejora en la autopercepción.
El maquillaje también puede usarse como escudo emocional para ocultar inseguridades (acné, manchas, imperfecciones). Cuando se basa solo en esta máscara, puede indicar autoestima dependiente de la apariencia.
- SEÑAL SOCIAL: “HAGO UN ESFUERZO POR DESTACARME”
Un maquillaje elaborado puede ser una forma de atraer atención y expresar individualidad.
También puede verse como una estrategia evolutiva: realza rasgos atractivos (ojos más grandes, mayor simetría facial), lo que potencia la confianza social.
- PERCEPCIÓN DE LOS DEMÁS Y EL EFECTO HALO
Las investigaciones muestran que un maquillaje medio se asocia a profesionalismo y atractivo, mientras que el maquillaje pesado puede generar reacciones negativas: ser percibida como menos cálida, “menos humana”, menos competente o incluso sexualizada.
Aplicar maquillaje puede funcionar como un ritual mindfulness: la repetición, la concentración en detalles finos y el acto mismo de embellecer pueden ser calmantes, organizadores emocionales y restauradores de normalidad.