Verónica Zegarra, bióloga de profesión y madre, es la fuerza impulsora detrás de “Tornasol”, una marca de accesorios que nació hace cinco años, justo después de la pandemia. A pesar de no saber nada de costura o telas, Verónica transformó su curiosidad inicial sobre carteras artesanales en un emprendimiento. Siempre le habían gustado los colores, la pintura y las manualidades, y se preguntó: «¿Qué tan difícil es hacerlas?».
Al principio, sus creaciones eran sencillos bolsos de mano combinando tocuyo y telas estampadas. Sin embargo, observando la demanda, el diseño evolucionó hacia las “bandoleras”. Esta adaptación la llevó a experimentar con cierres de mejor calidad y a buscar materiales que se adecuaran a su visión de combinar colores y texturas. Hoy, las carteras de Tornasol se distinguen por el uso de materiales resistentes como “tapices, cuerinas y cueros volcados”, logrando una fusión única de color y durabilidad.
El proceso creativo es un trabajo en equipo. Verónica, que también es profesora, se encarga de la búsqueda de materiales (tapices, forros, entretelas) y el corte de todas las telas, labor que realiza por las tardes o fines de semana. Su momento más creativo ocurre al cortar y empezar a combinar, permitiendo que los colores y las texturas la guíen sin un diseño preestablecido. Una vez listo el material, dos costureras se encargan de la confección.

El camino de Tornasol ha tenido sus desafíos. Verónica tuvo que “aprender el oficio” desde cero, incluyendo costura, corte recto y, sobre todo, el “patronaje”. Otro reto fue encontrar costureras que respetaran y entendieran sus diseños, y que cumplieran con los tiempos. Finalmente, ha tenido que enfrentar la copia de modelos por la competencia, lo cual la obliga a innovar constantemente, convencida de que pueden copiar los diseños, pero no la esencia de su marca.
Verónica proviene de una familia de emprendedores, por lo que su decisión de crear Tornasol fue natural y contó con el apoyo incondicional de su entorno. Las clientas de Tornasol se sorprenden con la resistencia del material (los tapices) y valoran la exclusividad de las carteras, que son como «pequeñas obras de arte» porque no se repiten los modelos.
Verónica aconseja a sus clientas ver la cartera no solo como un accesorio funcional, sino como una forma de expresión, una manera de identificar y representar la personalidad a través de los colores y las texturas. Tornasol ofrece productos que se ajustan a diversas necesidades, desde riñoneras hasta pedidos personalizados de “totes” con muchos bolsillos. Los precios de sus carteras oscilan entre 120 y 150 bolivianos.

Actualmente, Tornasol es el «momento creativo» de Verónica, un espacio que la saca de la rutina. Su visión a futuro es que la marca evolucione a su propio ritmo, sin presiones, a medida que ella se atreve a probar nuevos modelos. Para aquellas mujeres que tienen ganas de emprender, pero sienten miedo, su consejo es simple: “hay que atreverse a lanzarse”, ya que uno nunca sabe a quién le gustará lo que uno hace, y estar dispuesta a adaptar la oferta a lo que el mercado realmente busca.